jueves, 10 de abril de 2014

Martín Mandra




En jugadores como este, nació el "histeriqueo del fútbol", basado en darle de probar de tu buen juego al club que te contrata, y después irte para hacer el mismo jueguito en otros lares. Quedás inmortalizado en tu ex-equipo y te reciben como los dioses en tu nueva casa.

Algo casi como eso pasó con Martín Mandra, este atacante que dejó un lindo rastro por donde pasó con su limousina casa rodante. Eso tiene su costo: dejó la secundaria a tempranas edades para probar suerte en las inferiores de Racing. Ya a los 19, los privilegiados correntinos de Mandiyú se dieron el lujo de ser su primer rival en la Primera División. Era el comienzo de una etapa felíz. Pero el primer segmento fue por demás de corto, porque a los 9 partidos Brindisi le dio el raje, dejándolo disfrutar de 2 goles que para empezar, eran aceptables. "Te vamos a extrañar" le dijo un simpatizante de lacadé.

Pero en Nueva Chicago no son nada tontos, y lo agarraron del brazo apropiándoselo ni bien lo desalaron en Avellaneda. El tipo, eternamente agradecido, clavó más de un gol cada 2 partidos de los 28 que jugó. Transcurriendo 1997, se transformó en el jugador más pago felíz de la B Nacional.

Los dirigentes del Torito sabían que era insostenible su estadía en la segunda categoría, y Ferro echó las garras sobre él para llevárselo. ¿acierto? ¡por supuesto! porque tras su buena temporada cabalgando el Caballito, cumplió su sueño de partir a Europa y ser contratado por Rayo Vallecano. Y viceversa. Una pena para los hinchas del verde.

Sin dudas vivió allí el acontecimiento más lindo de su carrera: la llegada del nuevo milenio. Porque de fútbol, ni hablar. 2 partidos bastaron para marginarlo y decirle chau. Pero los gallegos, felices eh!

Pero no lo iban a sacar tan rápido de la Primera División. Porque el Paniliakos de Grecia (cuando no estos helenos) le ofreció quedarse un año en sus tierras. No cumplió con sus expectactivas, porque hizo 6 goles en un año, pero los griegos quedaron chochos de que se haya sacrificado por ir a tierras tan inhóspitas. "vení a visitarnos" rezaba el pasacalle colgado en el aeropuerto.

Martín había decidido dejar de priorizar el engorde de su cuenta bancaria en lugar del cariño a su país. Y había un equipo que lo estaba extrañando mucho. Y como ascendió a la A, era en lugar de volver "por amor al club". Nueva Chicago se hizo con sus servicios para el Apertura 2001, y empezó muy bien. Con la ayuda de sus compañeritos Topo y Gomito Gomez, hizo un lindo doblete frente a Talleres, un gol a River, otro a Newell´s y a Central. Pero para el 2002 se le acabó la "nitro" y solamente pudo convertir un tanto. Por segunda vez en su vida compartió plantel con Leonel Martens, lo que produce un sentimiento inexplicable para cualquier mortal.

Igual, las estadísticas no dejaban de darle la derecha para ir por fin al fútbol rosarino. Rosario Central estaba ansioso por sacarle el jugo. Y vaya si lo hizo:  otro doblete a la T, dos goles más y...se le acabó el jugo. Porque como el año anterior, tuvo un Clausura 2003 que te lo regalo. Pero si le preguntás al rosarino futbolero, te dice "era un buen jug...un buen tipo, sí"

Guarda, que este muchacho contrata unos asesores en marketing impresionantes, porque su paso por el "canalla" le dio vía libre para acoplarse al Nüremberg germano. Pero la mentira tiene patas cortas: 1 partido y a mudarse nuevamente (eso sí, con un fangote de guita en el bolsillo).

Indudablemente, recorrer el Viejo Mundo te da un poco de crédito para seguir haciendo andanzas por este bello deporte. Gimnasia de la Plata se creyó el cuento del tío y le hizo firmar un contrato creyendo que lo estaba estafando a él. Pero todo salió mal porque apenas disputó 7 encuentros y no la embocó nunca.

                                                                                     Así es la vida, Martín. Inhale, exhale.

Nueva Chicago se aferró al pasado y se lo llevó, tirando un gran manotazo de ahogado de cara a la pelea por la permanencia. Nuestro hombre no pudo convertir más que dos goles en el semestre. Descenso y cortocircuito para siempre. Avergonzado, se exilió en tierras incas y recaló en San Martín de Porres, donde se dio una nueva oportunidad para el segundo semestre del 2004. Tuvo un mejor desempeño y pudo armarse de valor y volver a Argentina.

Nuevamente lucharía el descenso, y esta vez la cuestión sería crónica, porque lo esperaba nada menos que Huracán de Tres Arroyos, en su corta experiencia por la Primera. Apenas jugó 4 partidos, aunque está completamente justificado, porque eran su competencia el "novillo" García, "bibi" Gonzalez y "extranjero" Vannieuwenhoven. A no quedar en ridículo otra vez, y a saber irse antes de tiempo, se ha dicho. Y el segundo semestre lo hizo vistiendo la casaca de Belgrano de Córdoba, en la B Nacional. Tampoco le fue bien. Marcó 3 goles, pero es demasiado poco para un hombrecito que jugó en Rayo Vallecano.

Hablando de España, Mandra aprendió de su paso por Europa y escuchar esa palabra era sinónimo de euros. Entonces, ni lerdo ni perezoso, convenció a Melilla de que importase sus goles exquisitos lo contratase. Pudo convertir 6 goles en la segunda división B (tercera) en el término de un año. Y para completarla, la siguió en la serie D italiana jugando para el Barletta, donde no pudo inflar las redes.

"Por eso canción llévame lejosss, donde nadie se acuerde de mí..." ¿y dónde podía hacer realidad el famoso tema de Babasónicos? en Ecuador. Y en realidad, conoció una segunda cara de sí mismo. Porque el Deportivo Azogues le dio una linda chance de contraerse enfermedades recuperar su cuota goleadora. No decepcionó, llenó la canasta 11 veces sobre el arco adversario (¿hacía falta aclarar el arco?) y le dio el pasaporte para migrar a Quito y jugar en el otro Deportivo. Aquí consiguió dos importantes alegrías de su carrera, obteniendo dos veces consecutivas el campeonato local. Y en parte gracias a él.

                     Mandra, triste por contraer dengue. Andrizzi, felíz por su reciente Copa Sudamericana en Arsenal de Sanrandí. ¿ah, es al revés? (*)

Manta quería comprobar si le quedaba algún resto, y le sacó lo último, porque cuando volvió a Quito al año siguiente, colgó los botines. En definitiva, una carrera que le encantaría hacer a cualquiera, y qué más lindo que hacerse desear y dejar tus buenos recuerdos.

(*) Foto extraida de www.enunabaldosa.com